El blog del asistido

Cómo afecta la soledad a la persona dependiente

Publicado por ASISTED el 7 febrero, 2019

Soledad del dependiente

La soledad de la persona dependiente y/o mayor que, aún teniendo contacto con el entorno, vive sola y se siente sola, es ya una realidad que está alcanzando unas cotas de gran repercusión social. Y entre todos debemos hacer algo al respecto.

Nuestros mayores, los grandes dependientes, son un colectivo que hemos de proteger, asegurarnos que no sea excluido de nuestra sociedad, y saber diferenciar entre una soledad escogida y una impuesta para actuar ante esos casos o prevenirlos.

Estamos ante la inversión de la pirámide del envejecimiento. Aumenta el número de personas mayores. Muchas de ellas no tienen familia y han perdido a la pareja. Y algunas de las que tienen a familiares, se sienten como si no los tuvieran.

En estos últimos casos, los familiares ni se acuerdan apenas de sus mayores y de sus necesidades vitales, hasta que quieren algo de ellos o simplemente cuando fallecen. Es así de crudo. Pero todos somos conscientes de que una persona mayor sola, aislada del mundo y sin apenas interacción alguna, es una persona abocada a la depresión y a perder todas las ganas de vivir.

Las personas dependientes y la soledad

En 2017, el INE (Instituto Nacional de Estadística) alertaba sobre el aumento de la soledad en España y establecía que los hogares formados por personas solas había aumentado a 4,7 millones, un 25,4% del total de hogares españoles.

Según dichos datos, de las 4.687.400 personas que vivían solas en el año 2017, casi dos millones (un 41,8%) tenían 65 o más años y, de ellas, 1.410.000 (un 71,9%) eran mujeres. La mayoría de hogares unipersonales estaban formados por viudas (47,5% del total).

La asociación ‘Amigos de los Mayores’ ha informado que el número de personas mayores que viven solas está entorno a los 2 millones. ‘Amigos de los Mayores’ apostilla que: ”Este escenario obliga a abordar el fenómeno de la soledad en las personas mayores de una manera global en nuestro país, con políticas coordinadas entre instituciones y organizaciones especializadas en el bienestar de las personas mayores que impliquen a toda la sociedad”.

A las personas mayores se les suele apartar

‘Tal como solía decir mi padre, «A los viejos, por lo general, se los quiere poco». Es cierto. Apenas se les reconoce lo que en su día hicieron por nosotros, se los desprecia, se los aparta como si fueran juguetes rotos, se los aísla, se los anula, se los tacha de inservibles, se los encierra en jaulas –y poco importa que sean de oro– para que no estorben.

Muchos los cuidan a regañadientes, para escapar del sentimiento de culpabilidad y la mala conciencia. Y muy pocos se esfuerzan en hacerlos felices, en lograr que se sientan queridos e importantes, útiles y escuchados.

La dependencia condiciona la vida, sobre todo, en las actividades diarias y sociales de una persona. Lo que casi siempre produce que, esta misma, se confine entre las cuatro paredes de su domicilio, haciendo que su entorno social quede reducido a la mínima expresión.

Ese confinamiento o encierro no elegido, genera que la soledad se vaya apoderando de la vida de dicha persona. Y el sentimiento de soledad puede ser tan grande que llega incluso a hacerse presente aún estando en compañía, puesto que el individuo cada vez se siente más ajeno a la realidad que vive y le rodea.

Evitar la soledad de personas dependientes

Para evitar la soledad de nuestros dependientes es importante realizar un ejercicio de trabajo interior personal y hacernos conscientes, si no lo somos, de que la calidad de vida de nuestros mayores es más que un derecho.

Es una cuestión ética y moral. Pongámonos también en su lugar. ¿Qué será de nosotros cuando seamos dependientes? ¿Qué calidad de vida y tipo de asistencia desearíamos en esa fase de la vida? ¿Estaremos solos o acompañados y seguros cuando nos hallemos en su misma situación y tengamos que enfrentarnos a la realidad de las dependencias, la ancianidad y las limitaciones que conllevan?

Recordemos que uno no es únicamente sus circunstancias. Siempre habrán caminos por recorrer aunque el viaje no sea el previsto inicialmente. Lo importante es no recorrerlo en solitario.

¿Y cómo se combate, previene y evita la soledad? La soledad se combate desde las más altas instituciones políticas hasta la misma ciudadanía.

Todos podemos luchar contra esa lacra. Haciéndolo desarrollando y estableciendo estrategias y acciones que fomenten la plena inclusión social, el apoyo y acompañamiento asegurado y personalizado, la estimulación emocional y cognitiva a través de actividades lúdicas adaptadas, la comunicación y las relaciones interpersonales con gente de su misma edad e intergeneracionales.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *