El cuidado de ancianos es una tarea dura pero satisfactoria. En algún momento, nosotros mismos,…
Cómo cuidar de los ancianos en el hogar
Al cuidar de los ancianos nos damos cuenta que la mayoría prefiere envejecer en casa o en la de un pariente. Pocos optarían por una residencia.
Y lo harían por estar solos, por no tener familia o un núcleo sólido cercano que les ayudara y apoyara; por una falta de medios económicos con los que asegurarse servicios asistenciales a domicilio; o, por no querer ser una carga para sus seres queridos, entre otros varios motivos.
Es normal que en la vejez busquemos el amparo familiar y el cariño de los nuestros. Nadie quiere pasar sus últimos años en un geriátrico bajo normas y horarios impuestos, aún por muy bien atendidos que estuviéramos.
La gran mayoría querríamos vivir nuestra ancianidad en casa y a ser posible, fallecer en nuestra cama junto a aquellos que amamos.
Cuidar a nuestros mayores en su hogar o en nuestro domicilio es lo ideal en comparación con recurrir al sector residencial.
La mayoría de cuidadores familiares, cuando toman la decisión de acudir a las residencias, la persona está en un estado muy avanzado de dependencia.
Lo que significa, para aquellos que hemos sido cuidadores familiares, que el último recurso por el que solemos optar es el del ingreso en residencia. Ya sea por la limitación de recursos viables con los que contamos en esa postrera fase para darle la calidad de vida que merece, o porque el recorrido de cuidar nos ha desgastado hasta el punto que ya no somos capaces de hacerlo solos.
El apoyo de un asistente para toda la familia
Nuestro mayor error como familiares que cuidan, es el no creer desde el principio que vamos a tener que contar con un apoyo externo de asistencia profesional si pretendemos cuidar en casa.
En especial contar con alguien que, llegado un punto, nos ayude, guíe y aporte tranquilidad y seguridad. Y, muy importante, que nos proporcione la oportunidad de cuidar también de nosotros mismos y conciliar nuestras vidas y obligaciones sabiendo que no estamos solos.
Tengamos en mente a los asistentes profesionales como pilares que, con su labor personalizada, van a dar respuesta a nuestras carencias y necesidades. Los asistentes las cubrirán satisfactoriamente, nos facilitarán la carga del trabajo y añadirán un gran valor a la calidad de vida de nuestro familiar y a la nuestra.
Consideramos que todo son beneficios cuando hablamos de proveer asistencia profesional domiciliaria para el individuo y aquellos que cuidan de éste. Pero hemos de hacer el ejercicio de mantener una visión no solo a corto, sino también a medio y largo plazo. Hemos de ser conscientes de los cambios, el desgaste físico/emocional y exigencias que la progresión de la dependencia va a generar en unos y otros.
Organizar cómo cuidar de los ancianos
Es importante que organicemos dichos cuidados y atención a la persona que los requiere desde el instante en que hemos de afrontar la asistencia del familiar que no puede valerse por sí solo completamente, y comenzar a tomar decisiones.
El mejor entorno para vivir es el propio hogar en el que uno o sus familiares lo ha adaptado a sus preferencias y comodidades para sentirse lo mejor posible.
Es lógico pensar que cuando se envejece y/o se enferma, esta comodidad se vuelve imprescindible. Pero a la par, que puede llegar a ser totalmente insuficiente si no se acompaña de una asistencia personal adecuada a las características personales y circunstancias.
Eso evitará el acomodo, la dejadez y la desidia que potenciarían, por falta de conocimiento profesional, el avance del deterioro del anciano/dependiente.
El cuidado en el hogar debe facilitar las tareas básicas tan importantes en la vida, como favorecer los potenciales personales del asistido para revitalizar el estado de ánimo y tomar conciencia de que es posible una vida plena adaptándose a las circunstancias de cada momento.
Tanto si cuidamos manteniendo al dependiente en su propio hogar o en el nuestro, hemos de entender que la organización de su atención y cuidados va a generar cambios y ciertas obligaciones en toda la estructura familiar.
De todos modos, lo más importante siempre será respetar la voluntad de la persona, adaptarnos y adaptar el entorno en el que va a vivir basándonos en sus necesidades y capacidades.