Los grados de dependencia en el deterioro de una persona puede ser repentino o paulatino.…
Cómo mejorar las relaciones emocionales en la asistencia
Saber cómo mejorar las relaciones emocionales en el mundo de asistencia a personas dependientes es algo fundamental.
Asistir y ser asistido implica experimentar un amplio abanico de sentimientos por ambas partes. Amor, compasión, felicidad, paz, angustia, preocupación, estrés, cansancio, irritabilidad, enfado, miedo y nerviosismo serán los más recurrentes.
Es por ello que sea tan relevante que nos centremos en las mejorar las relaciones emocionales positivas y gestionemos correctamente las negativas.
Ser cuidador familiar o asistente no es sencillo. Padecer de una enfermedad que conlleva una dependencia, tampoco lo es. Escuchemos a la persona. Interpretemos sus emociones y comprendamos sus estados.
Asiste a tu ser querido para hacer que viva sintiendo en positivo. E intenta capear los altibajos emocionales con sosiego, comprensión y mucha energía positiva.
Los enfermos son como esponjas. Absorberán lo que uno emane. Cuanto más tiempo pasemos con ellos, más crearán cierta simbiosis con nosotros, más proyectarán lo que nuestros ánimos reflejen.
Mejorar las relaciones emocionales positivas
Si transmites calma y dicha, estarán más tranquilos, se sentirán más seguros y se verán más capaces y motivados.
Si muestras enfado e incomprensión y eres poco flexible, estarán más malhumorados, deprimidos e inquietos, y se sentirán más inseguros, incómodos e incapacitados.
Las buenas emociones te hacen la ruta más fácil. Las malas sólo te complican las cosas y no te aportan nada excepto más sufrimiento.
El pensamiento del dependiente…
No le hables como si fuera un niño. Por mucho que a veces les pueda costar comunicarse, siguen ahí, en alguna parte de su interior, y te entienden perfectamente.
Imagínate encerrado en una máquina estropeada a la que le cuesta ejecutar lo que le pides y que no es capaz de transmitir de forma correcta la información que deseas compartir.
Enfatiza las cosas que hace bien, sin darle demasiada importancia, para que no se sienta examinado.
Imbuye en el pensamientos positivos y constructivos. Cuanto más piensen en positivo y más crean en sí mismos, mejor estarán. Dale motivos y razones por las que querer vivir y estar bien.
El pensamiento del cuidador …
Pensar constantemente en la enfermedad es malo para ti y para la persona de la que cuidas.
Darle vueltas a la pena, al dolor, a la pérdida, a la tristeza, al deterioro físico y mental del enfermo y a los demás pensamientos negativos asociados con su patología y su cuidado, no hace sino generar más de lo mismo y no te conduce a ningún lugar positivo.
Cambia desde ahora la manera de ver la vida y afrontar tu papel como cuidador. Sé feliz. Disfruta del momento presente junto a tu ser querido. Aprovecha el tiempo que os queda al máximo.
No pienses demasiado en el mañana, sólo lo suficiente para estar preparado cuando éste llegue. Acepta. Asume. Suelta lastre.
Vive tu experiencia como un regalo, como una lección de aprendizaje, como un privilegiado compartir y como una experiencia que te llevará a conocerte, crecer y superarte.
Ante todo, afróntalo con calma y buen humor. Fluye y déjate llevar. No sientas remordimientos ni culpabilidad.
Enfréntate a las circunstancias como vengan y a medida en que lo hagan. Hazlo lo mejor que puedas. Vive. Pide ayuda cuando la necesites. Y no permitas que la enfermedad y el cuidado te quemen. Actúa y ponle remedio antes de llegar a ese extremo.
Sobre las relaciones y los vínculos afectivos
El roce hace el cariño, eso lo sabemos todos. Pero los lazos afectivos que se forjan entre enfermo y cuidador son tan íntimos y estrechos que sólo puede entender y apreciarlos alguien que cuide.
Ser su acompañante significa convertirte en su punto de referencia, en su faro en medio de la tormenta, en su refugio.
A partir de ahora serás su pilar principal. El enfermo va a quererte ilimitadamente. Quiérelo tu del mismo modo. Eso es con lo que vas a quedarte cuando no esté. Atesora ese afecto y no le falles. Eres lo más importante para él. No lo olvides.
Sobre el dependiente…
Acéptalo tal como es. Comparte su situación. Hazle sentir atendido. Entiende sus conductas, su proceso. Ponte en su piel. Empújalo. Estimúlalo. Haz que se sienta vivo, que tenga ilusiones y sea feliz. Comprende sus limitaciones. Acompáñalo. Muéstrale afecto, aceptación, comprensión y seguridad.
Necesita sentir que quien está a su lado no lo abandonará ni lo dejará en la estacada. Necesita que alguien ilumine su camino de sombras. Y ese alguien eres tú.
Sobre ti…
Asume tu responsabilidad. Acepta tus obligaciones. Cuida como quisieras que te cuidaran de llegar a esa edad y/o padecer una enfermedad grave.
Pero no te olvides de ti. Tú también tienes tus querencias. No dejes completamente de lado tus intereses e inquietudes.
Comunícate. Socializa. Desahógate. Mantén la ilusión, las ganas de comerte el mundo y la capacidad de soñar. Cuídate para poder ser mejor cuidador. Concédete caprichos. Mímate.
Ponte una medalla de vez en cuando. Siente tu individualidad. Escápate física o mentalmente con regularidad.
Cuanto más tiempo te dediques, cuanto más puedas desconectar de tu realidad para cargar tus baterías, más equilibrio mental encontrarás y mejor harás tu trabajo.
Si eres feliz, si estás a gusto y no te sientes totalmente aprisionado, cuidarás con más ganas y estarás menos expuesto a desarrollar depresiones o a caer enfermo.
Recuerda que:
En cualquier momento y situación en la que se encuentre una persona, incluso con deterioro cognitivo, se le pueden transmitir numerosas emociones positivas que lleguen a su interior y le motiven a sentirse mejor consigo misma.
Fomentar la autoestima y el optimismo son, en sí, la vía para mejorar vuestra calidad de vida. Para transmitir positivismo hay que comprender el sufrimiento ajeno, acompañar y ayudar a canalizar la impotencia y la frustración de estar mal.