El blog del asistido

Hablemos de la soledad del cuidador familiar

Publicado por ASISTED el 21 febrero, 2019

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La soledad del cuidador familiar que vive encerrado entre cuatro paredes, prestando apoyo y compañía al familiar dependiente y lo que ello conlleva, tiene que ser experimentada en primera persona para saber qué se siente y cuánto nos afecta psicológicamente.

Cuidar de un dependiente, en particular de alguien padeciendo algún tipo de enfermedad neurodegenerativa, es como estar subido con él en una gigantesca montaña rusa, extrema y pletórica de emociones.

Cada día es distinto. Así como cada minuto de éste es diferente. Cuidar y ser cuidado implica experimentar un amplio abanico de sentimientos por ambas partes: amor, compasión, felicidad, paz, angustia, preocupación, estrés, cansancio, irritabilidad, enfado, miedo y nerviosismo serán los más recurrentes.

Ser cuidador no es sencillo. Ser dependiente tampoco lo es. Escúchalo. Interpreta sus emociones y comprende sus estados. Proporciónale asistencia para hacer que viva sintiendo en positivo. E intenta capear los altibajos emocionales con sosiego, comprensión y mucha energía positiva.

Cómo afecta la soledad del cuidador familiar

Los enfermos son como esponjas. Absorberán lo que emane de ti. Cuanto más tiempo pases con ellos, más crearán cierta simbiosis contigo, más proyectarán lo que tu ánimo refleje.

Si transmites calma y dicha, estarán más tranquilos, se sentirán más seguros y se verán más capaces y motivados. Si muestras enfado e incomprensión y eres poco flexible, estarán más malhumorados, deprimidos e inquietos, y se sentirán más inseguros, incómodos e incapacitados.

Las buenas emociones te hacen la ruta más fácil. Las malas sólo te complican las cosas y no te aportan nada excepto más sufrimiento.

Pero lo cierto es que malos momentos tendrás muchos; momentos terriblemente duros. Asúmelo. Ni pienses ni te centres en ellos. No sufras por adelantado.

Cuando se den, intenta llevarlos de la mejor manera posible. Ante ellos tendrás que hacer siempre un ejercicio interior de contención. Busca ayuda si la necesitas.

Pide ayuda cuando la necesitas

Pídela sin pensarlo dos veces. La soledad y el acabar padeciendo del síndrome del cuidador , que todos terminamos por padecer en mayor o menor medida, son un cóctel muy peligroso para ti y el dependiente.

El camino del cuidado está plagado de oscuridad. No te dejes intimidar por ella. Aprende a transitar por la penumbra sin permitir que te engulla. No te amedrentes. No vaciles. Avanza con paso firme.

Y cuando tus emociones te avisen, busca una mano amiga que te guíe a través de las sombras. Confía en que al final del túnel siempre encontrarás luz.

Nos conocemos muy bien. Sabemos hasta dónde podemos llegar o cuánto podemos aguantar. Y sobrepasado ese punto resulta imperativo compartir tu mundo interior con alguien que sea capaz de encaminarte en la dirección más adecuada.

No pasa absolutamente nada por admitir que no puedes cargar con todo, o por reconocer y verbalizar que en ocasiones estás tan quemado, tan agotado, que te ves al borde del colapso.

No pasa nada por flaquear y descubrir que no eres perfecto. Somos humanos. Tenemos derecho a estar mal, y es normal que el ámbito del cuidado nos supere en ciertos momentos.

Es absolutamente comprensible. No te sientas culpable, no te castigues si ves que no das más de ti. Estamos sometidos a una gran presión. Vemos mucho. Sentimos mucho.

En el día a día, vivimos muchas cosas con el enfermo que ni siquiera las personas más próximas pueden imaginar.

El desgaste es apabullante. Y es perfectamente lícito sentirse perdido, ahogado, atado a una responsabilidad que te queda grande en muchos momentos.

Cualquier especialista o persona que tenga algo de conocimiento sobre la enfermedad, y su repercusión en el cuidador, te dirá lo mismo y te aconsejará que seas menos duro y exigente contigo. Busca apoyos.

La familia y la gente cercana son pilares fundamentales, aunque no sustituyan el trabajo y la preparación de un profesional. Acudir a un psicólogo es reconocer que no estás bien, que quieres ayuda.

Evita el Síndrome del cuidador quemado

Si te encuentras extenuado y estás considerando visitar a uno, te aconsejamos que no dudes, que no tengas miedo; no lo interpretes como algo negativo y acude a él en el momento oportuno.

Los que se tragan su malestar, aquellos que intentan llevar el cuidado desde la soledad y la incomunicación, son mucho más propensos a sufrir, a quemarse rápidamente y a desarrollar enfermedades –como el llamado «síndrome del cuidador»– que aquellos que cuentan con alguien a quien confiar sus problemas.

Bien sea a familiares, amigos, vecinos, miembros de asociaciones o grupos de apoyo para familiares y cuidadores de enfermos de Alzheimer, bien sea a profesionales, no dudes en solicitar apoyo.

 

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