Existen distintas etapas en la vejez o también llamada tercera edad. Debido a la causa…
La vejez, ¿qué se entiende por claudicar?
El término ‘claudicar’ significa abandonar/abandonarse, aislar/aislarse, ceder, autolimitarse, rendirse o renunciar, tanto en el ámbito físico como emocional, a una presión, a una situación concreta, o a algún tipo de limitación.
Cuando hablamos de claudicar en la vejez, se aplica y hace referencia tanto al entorno familiar de aquellas personas mayores como a estas últimas.
¿Qué entendemos por claudicar?
Claudicación es la incapacidad de ofrecer una respuesta adecuada a las demandas de una persona con necesidades de asistencia específicas en el caso de la familia, por agotamiento y/o sobrecarga.
Y en el caso de claudicación en las personas mayores, se entiende como la reducción de la actividad física, psicológica y/o social producida por factores de carácter físico y/o emocional.
¿Qué es el síndrome de Claudicación familiar?
Seguimos tendiendo a cuidar desde el hogar ya sea con un apoyo y una estructura familiar, o sin ella, acometiendo esa asistencia en nuestra propia casa o en la de la nuestro ser querido.
El peso de la responsabilidad de cuidar y acompañar a ese familiar tiende a recaer sobre la familia, que estarán expuestos, de no contar con los recursos pertinentes, a experimentar lo que se conoce como Síndrome de Claudicación Familiar. Una patología plurisintomática que repercute en los familiares de mayores dependientes a nivel físico, emocional, salud, social y económico.
Si el entorno familiar de la persona asistida acaba “quemado” por la presión producida el bienestar de la persona asistida se verá directamente repercutido en negativo.
Puede producirse por distintos factores provocados por el incremento de las necesidades que la edad o esa dependencia específica exige, y que crecerán con el paso del tiempo.
Alguno de esos principales factores de presión son: demanda en la dedicación, aumento de gastos en la economía familiar, problemas en las relaciones sociales y familiares, falta de autocuidado e incompatibilidad para conciliar con la vida personal, entre otros.
Si el familiar que asiste claudica, el asistido no tendrá la calidad de vida que merece y necesita. Y es cuando comenzamos a ver esos primeros signos de claudicación en nosotros mismos o en nuestros familiares cuidadores, que debemos, por el bien de ese otro ser humano, delegar y buscar apoyo adicional o alternativas.
Siempre es mejor poner en manos de profesionales y expertos la atención de la asistencia en cuestión, que continuar haciéndolo nosotros y perjudicar, aún asistiendo con todo el amor y la buena intención, en lugar de estar ayudando.
Claudicar en adultos y ancianos
La claudicación del adulto mayor es algo distinta a la de un familiar. El adulto mayor desarrolla dependencias propias de la edad y el transcurso de los años pero quiere mantener su autosuficiencia e independencia.
Cuando se habla de claudicación en los mayores, se hace para referirse a esas personas mayores que: viven solas y que son mayoritariamente mujeres que han enviudado, cuyos hijos tienen sus propias estructuras familiares creadas pero que apenas se preocupan por ellas, que han ido perdiendo sus vínculos y pilares sociales fundamentales y que se sienten aisladas, solas y abandonadas ya sea por su familia y por la sociedad, y/o limitadas físicamente.
La claudicación del anciano está vinculado a sentirse una carga, a la pérdida de interés por mantenerse activo y estimulado a pesar de sus limitaciones, y/o a factores emocionales derivados de ese aislamiento y soledad que le llevan a autolimitarse, abandonarse y a rendirse. Para evitar que esto suceda, debemos esta pendientes de la persona y cualquier cambio que se produzca en su estado emocional, darle la correcta atención que necesite y se merece, y recurrir a ayuda profesional.