La enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo del sistema nervioso de nuestro cuerpo que…
Parkinson: factores de riesgo, complicaciones y prevención
La enfermedad de Parkinson es un trastorno progresivo del sistema nervioso de nuestro cuerpo que afecta al movimiento de quien lo padece.
Su manera de presentarse es haciéndolo de forma gradual. En ocasiones empieza con temblores casi imperceptibles en una única mano. Aunque los temblores suelen ser el signo más reconocido de la enfermedad, dicho trastorno causa rigidez o disminución del movimiento con frecuencia.
A continuación os explicamos cuáles son los factores de riesgo, complicaciones y prevención de dicha patología:
Factores de riesgo del parkinson
Los factores de riesgo de la enfermedad de Parkinson son los siguientes:
- Edad. Es infrecuente que jóvenes y adultos jóvenes padezcan la enfermedad de Parkinson. Generalmente aparece durante la segunda mitad de la vida o en un edad avanzada. A medida que uno se hace mayor el riesgo aumenta. La enfermedad acostumbra a manifestarse a partir de los 60 años.
- Factor hereditario. Tener uno o más familiares afectados de Parkinson aumenta las posibilidades de que desarrolles la enfermedad. Pero, a menos que tengas muchos familiares que lo tengan o hayan tenido, tus posibilidades de contraerla aún son bajas.
- Sexo. Los hombres tienen mayor probabilidad de padecer la enfermedad de Parkinson que las mujeres.
- Exposición a toxinas. La exposición continua a herbicidas y pesticidas podría aumentar el riesgo de contraer Parkinson.
Complicaciones
A la enfermedad de Parkinson le suelen acompañar estos problemas adicionales que pueden ser tratados:
Dificultad para pensar.
Problemas cognitivos (demencia) y dificultad para pensar se suceden en las etapas más avanzadas. Dichos problemas cognitivos no acostumbran a responder a los medicamentos.
Depresión y cambios emocionales.
Puede aparecer depresión en las primeras etapas. Tratar la depresión facilita la forma de lidiar con otras problemáticas ocasionadas por la enfermedad. También se pueden experimentar otros estados emocionales tratables como el miedo, la ansiedad o la pérdida de la motivación.
Problemas para tragar.
Desarrollo de dificultades para tragar a medida que evoluciona la enfermedad.
Problemas para masticar y comer.
En etapas avanzadas los músculos de la boca son afectados, por lo cual la masticación es más complicada. Esto puede producir atragantamientos y desnutrición.
Problemas para dormir y trastornos del sueño.
Las personas con Parkinson a menudo tienen dificultad para dormir. Se despiertan con frecuencia durante la noche, se despiertan temprano o se quedan dormidos durante el día. El médico puede tratar los problemas del sueño con medicación.
Problemas con la vejiga.
La enfermedad de Parkinson puede provocar problemas de vejiga como ser incapaces de contener la orina o tener dificultades a la hora de orinar.
Estreñimiento.
Muchas personas con Parkinson padecen estreñimiento debido a que su sistema digestivo funciona con más lentitud.
Cambios en la presión arterial.
Sensación de mareado o aturdimiento al ponerse de pie que es causa de una repentina disminución de la presión arterial (hipotensión ortostática).
Disfunción del olfato.
Posibles problemas con el sentido del olfato y dificultades para identificar algunos olores o diferenciarlos.
Cansancio.
Pérdida de energía y sensación de fatiga, en especial a finales del día.
Dolor.
Algunos pacientes con Parkinson presentan dolor ya sea en áreas específicas o en todo el cuerpo.
Disfunción sexual.
En algunos casos, los pacientes que tienen la enfermedad de Parkinson notan una disminución del deseo sexual o en el rendimiento sexual.
Prevención del parkinson
La causa de la enfermedad de Parkinson se desconoce cómo la de cualquier otra demencia. Para prevenir su aparición, como con otra enfermedad, se recomienda llevar una vida sana a nivel físico, mental, emocional y social.
ASISTED te recomienda acudir a la consulta de tu médico si presentas o tu familiar alguno de los síntomas asociados con la enfermedad de Parkinson: temblores, lentitud en el movimiento, rigidez muscular, alteración de la postura y el equilibrio, pérdida de los movimientos automáticos, cambios en el habla y cambios en la escritura.
El médico es quien valorará y diagnosticará si existe dicha afección. También podrá descartar otras causas de los síntomas.