La Comisión Europea presentó el pasado 7 de septiembre la Estrategia Europea de Cuidados. El…


Hacia un sistema de cuidados que escucha, cuida y reconoce
Hace unas semanas reflexionábamos sobre los avances y desafíos del sistema de atención a la dependencia en España. Hablábamos de tiempos de espera, desigualdades entre territorios y del escaso reconocimiento hacia quienes cuidan. Ahora, el reciente anteproyecto de reforma de la Ley de Dependencia, aprobado por el Consejo de Ministros el pasado 11 de febrero, abre una etapa que merece ser observada con atención y espíritu crítico.
¿Qué propone esta reforma?
El nuevo texto legislativo plantea cambios importantes que afectan tanto a las personas en situación de dependencia como a quienes las acompañan en su día a día. El objetivo central es avanzar hacia un modelo de cuidados más justo, accesible, equitativo y sostenible. Estos son algunos de los puntos clave:
- Reducción de los tiempos de espera: se establece un plazo máximo de seis meses entre la solicitud y la resolución del grado de dependencia, una medida urgente frente a los retrasos que han lastrado el sistema durante años.
- Igualdad territorial: se refuerza la financiación estatal para garantizar que los derechos no dependan del lugar de residencia. La idea es asegurar que una persona en Galicia, Andalucía o Cataluña tenga acceso a los mismos apoyos.
- Reconocimiento a las personas cuidadoras: se contempla la mejora en la cotización a la Seguridad Social para quienes cuidan en el ámbito familiar, así como medidas de respiro, formación y acompañamiento emocional. Porque cuidar no puede significar dejar de vivir.
- Impulso de los servicios profesionales de atención: se apuesta por reforzar la red de servicios domiciliarios, centros de día y atención comunitaria, facilitando que las personas puedan permanecer en su hogar el mayor tiempo posible.
Un cambio que reconoce lo invisible
Más allá de los detalles técnicos, esta reforma habla de algo más profundo: el reconocimiento social de los cuidados como un pilar de nuestra vida colectiva. Durante demasiado tiempo, cuidar ha sido una responsabilidad asumida en silencio, muchas veces sin apoyo ni derechos, sostenida mayoritariamente por mujeres y por familias que han hecho de lo cotidiano un acto de amor, esfuerzo y resistencia.
Este anteproyecto es también un mensaje simbólico: la dependencia no es una excepción, es parte de la vida, y cuidarnos —como sociedad— debería ser una prioridad política y ética.
Una reforma… ¿suficiente?
El anteproyecto marca un avance. Pero aún queda camino por recorrer. Será clave vigilar su tramitación parlamentaria, asegurar que las comunidades autónomas cuenten con los recursos necesarios y, sobre todo, que las mejoras prometidas lleguen al día a día real de las personas.
También será importante seguir escuchando a quienes cuidan, a quienes acompañan, a quienes han esperado demasiado. Porque los cuidados no se resuelven solo desde los despachos: se construyen en la cercanía, en el vínculo, en lo humano.
Cuidar mejor, cuidarnos mejor
Cuidar es una responsabilidad colectiva. Y para muchas personas, es también una forma de vida. Esta reforma abre la puerta a imaginar un futuro donde cuidar no sea una carga, sino un derecho compartido; donde nadie quede al margen por necesitar ayuda; donde las personas cuidadoras puedan vivir con dignidad y reconocimiento.
El sistema de dependencia no solo necesita leyes. Necesita escucha, compromiso, y una mirada larga que entienda que cuidar de los demás es también cuidar de nosotros mismos.